Se acerca ya una de las fechas más emblemáticas de México, el día de muertos que es basicamente, cuando recordamos a todos nuestros muertos a través de fiestas, ofrendas
El pan de muerto es uno de los ingredientes más emblemáticos en esta tradición, una ofrenda que se precie de serlo deberá contener esta pieza esencial, tiene una forma circular que simboliza el ciclo de la vida y la muerte; al centro en la parte superior del pan, aparece un pequeño círculo en el centro que representa al cráneo, cuatro canelillas que son los huesos y también las lágrimas derramadas por los que ya se fueron, éstas pueden estar colocadas en forma de cruz que indican los cuatro rumbos del universo y también los cuatro puntos cardinales dedicados a un dios distinto Quetzalcóatl (la serpiente emplumada y ser supremo de las culturas mesoamericanas), Xipetotec (el Tezcatlipoca rojo que representaba la fertilidad y los sacrificios), Tláloc (dios de la lluvia y la fertilidad) y Tezcatlipoca (señor del cielo y de la tierra). Por último, el sabor a azahar en honor de los ya fallecidos. Sin embargo, ¿cuál es el origen de este delicioso pan? Los historiadores han proporcionado varias teorías y mencionaremos sólo algunas de estas:
Al igual que muchas de las tradiciones mexicanas que fueron adoptadas y modificadas a la llegada de los españoles al “nuevo mundo”, el origen del pan de muerto se remonta al México prehispánico: se dice que los aztecas acostumbraban a ofrecer doncellas en sacrificio a los dioses, su corazón era colocado en un recipiente con amaranto; como es de esperar, los españoles de una fuerte tradición católica, se sintieron horrorizados ante estas costumbres y una vez ocurrida la conquista en 1521 muchas de estas tradiciones fueron duramente censuradas. Como ocurrió con tantas otras tradiciones, los antiguos mexicanos disfrazaron esta tradición y comenzaron a elaborar un pan con forma de corazón y azúcar pintada de rojo.
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