miércoles, 27 de marzo de 2013

ARMAMENTO NAZI, AMETRALLADORA MG-42 LA SEGADORA DEL EJERCITO NAZI


La ametralladora MG-42 ha conseguido pasar a la historia como un arma emblemática. Este icono del Ejército Nazi destacó entre sus rivales por su altísima cadencia de fuego. Y es que la MG-42 era una auténtica segadora, una ametralladora capaz de devorar hasta ¡1.800 cartuchos por minuto!


La entrada en escena de las armas automáticas en la Segunda Guerra Mundial revolucionó el panorama bélico conocido hasta el momento. Uno de los que más decididamente apostó por este tipo de armas fue el bloque del Eje, con la Alemania Nazi a la cabeza. Primero fue con la MG-34 y más tarde con la MG-42, dos ametralladoras que gracias a su eficacia sembraron el pánico entre las tropas aliadas. La MG-42 o Maschinengewehr 42 se creó con el objetivo de sustituir a la MG-34 como ametralladora oficial del Ejército Nazi. Los motivos esgrimidos para llevar a cabo este cambio fueron el elevado coste económico y el largo proceso de producción ligado a la MG-34. De esta forma, con la nueva MG-42 Alemania perseguía hacerse con una verdadera arma “de guerra": barata, rápida de fabricar y completamente fiable.

Así, en 1942 y de la mano de la compañía Metall und Lackierwarenfabrik Johannes Grossfuss AG nacía la primera unidad de la MG-42, una ametralladora que pronto recibiría varios apelativos. Entre los más conocidos se encuentran el de la “sierra circular", o el de la “segadora de Hitler". Y es que, efectivamente, la MG-42 se comportaba como una auténtica segadora, una guadaña capaz de expulsar miles de balas en apenas un minuto y con una precisión increíble.

Al igual que su predecesora, la MG-42 contaba con un sistema de acción por retroceso de masas y disparaba cartuchos del célebre calibre alemán 7.92mm Mauser. Estos cartuchos iban dispuestos en cintas desechables de 50 o 250 unidades. El cargador, una de las tres figuras militares necesarias para su correcto funcionamiento, era el encargado de coger estas cintas y alimentar a la MG-42. Los otros dos soldados que siempre estaban junto a una de estas ametralladoras eran el tirador y el observador. Se calcula que desde 1942 hasta la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, las diversas compañías alemanas que obtuvieron la patente de fabricación produjeron más de 400.000 unidades de esta mítica arma. Entre los fabricantes de la MG-42 figuran firmas tan populares como Mauser o Grosfuss.


Fiable, robusta, eficaz, o potente son algunos de los adjetivos que definen a la perfección el funcionamiento de esta emblemática arma. Su fiabilidad era tan alta que la MG-42 podía disparar incluso en las peores condiciones. Ni el barro, ni el polvo, ni la nieve eran impedimentos suficientes para interrumpir a esta vaciadora de cartuchos. Como muestra, sólo hay que fijarse en el buen rendimiento que esta ametralladora cosechó entre las unidades del Afrika Corps.

La MG42 pesaba 11,6 kg con bípode, algo menos que la MG34, y era fácil de transportar. El bípode, el mismo que el de la MG34, podía ser montado en la parte delantera o en el centro dependiendo en donde se utilizara. Para fuego sostenido se ajustó al trípode recién desarrollado, el Lafette 42, que pesaba 20,5 kg. El cañón era más ligero que el de la MG34, pero se sobrecalentaba con más velocidad, aunque podía ser sustituido en unos segundos por parte del tirador.

El equipo para una MG42 constaba de tres hombres: el tirador, el cargador (que llevaba la munición y los cañones de repuesto) y el observador. El tirador era preferentemente un suboficial joven. El equipo podía mantener el fuego, cesando de disparar únicamente cuando tenían que sustituir el cañón. Esto permitía al grupo de tres hombres de una MG42 alcanzar a una gran cantidad de tropas enemigas. Tanto los británicos como los estadounidenses entrenaron a sus soldados para cubrirse del disparo de una MG42 y atacar la posición mientras se realizaba el cambio del cañón.

Sin embargo, paradójicamente, una de sus mayores virtudes fue también uno de sus peores inconvenientes. Y es que la elevada cadencia de fuego de la MG-42 normalmente se traducía en un excesivo consumo de munición. Tanto es así, que resultaba bastante habitual que los soldados que estaban próximos a una MG-42 llevaran cartuchos extra del 7,92mm para poder alimentar a la ametralladora en caso de que sus usuarios se quedaran sin munición. Esta altísima cadencia de fuego (entre 1.200 y 1.800 disparos por minuto) también provocaba un calientamiento excesivo del cañón. Para solucionar este problema, la figura del cargador se encargaba de sustituir el cañón con bastante celeridad. Sin embargo, por lo general el cambio no solía ser lo suficientemente rápido. De hecho, este era el punto débil que los soldados aliados aprovechaban para atacar a los usuarios de la MG-42. Y es que para hacer frente a la potencia de las MG-42, los soldados estadounidenses y británicos estudiaban el comportamiento de la ametralladora incluso con vídeos y grabaciones. De esta forma, aprendían a esquivar sus ataques y, lo que es más importante, a saber cómo y cuándo atacar a sus tiradores.

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